sábado, 27 de diciembre de 2008

Estrés social y salud


Hoy día sabemos con certeza que las tasas elevadas y mantenidas de cortisol en sangre tienen efectos muy desfavorables para la salud. El cortisol, liberado por las glándulas suprarrenales en situaciones de estrés, puede contribuir a provocar enfermedades cardiovasculares, debilitamiento del sistema inmunológico y hasta destrucción de las hormonas del hipocampo, con el consiguiente deterioro de la memoria y de la capacidad para aprender. El cortisol también puede influir sobre la amígdala, aumentando su responsividad, y sobre la corteza prefrontal, dificultando su capacidad para controlar y regular las señales de miedo que proceden de la amígdala. Como hemos visto en la entrada anterior, esa combinación de hiperexcitabilidad de la amígdala y déficit de control prefrontal también puede llevar a la agresividad reactiva, y por supuesto, generar problemas de ansiedad.

Las situaciones que pueden generar un estrés excesivo son numerosas, pero el meta-análisis llevado a cabo por Dickerson y Kemeny (2004) dejó claro que el estrés generado en ciertas situaciones sociales conllevaba tasas más altas de cortisol en sangre. Especialmente estresantes resultaron aquellas situaciones en las que el sujeto se veía expuesto a las críticas de los demás, y veía amenazada su identidad social, es decir el modo en que se percibía a sí mismo a través de los ojos de los demás. Además, no es necesario que alguien nos enjuicie externamente, ya que efectos similares se producen cuando somos nosotros mismos quienes nos autoevaluamos. Cuando la amenaza que representan estas críticas supera la capacidad de afrontamiento de la persona, y se mantiene a pesar de sus esfuerzos para afrontarla, los niveles de cortisol se disparan.

Lo que estos datos también parecen indicar es que las situaciones de estrés provocadas por una fuente impersonal –un sonido molesto- no ponen en peligro nuestra necesidad de aceptación y pertenencia, por lo que nuestro organismo se recupera con mayor prontitud y el aumento de la tasa de cortisol es pasajero. En cambio, cuando el estrés es provocado por una situación que atribuimos a la decisión intencionada de otra persona (percepción de maldad), la recuperación del aumento de los niveles de cortisol es mucho más lenta, por lo que sus consecuencias sobre el organismo revisten mayor gravedad.

Estos hallazgos son muy interesantes para entender por qué el estrés postraumático y el sufrimiento generado suele ser más intenso ante calamidades o traumas de intensidad similar, cuando la víctima cree que han sido provocados intencionalmente por otra persona que cuando son fruto de una catástrofe natural. Así, terremotos, inundaciones y otros desastres naturales suelen provocar menos víctimas que actos como abusos y violaciones.

Dickerson S.S. & Kemeny M.E. (2004) Acute stressors and cortisol responses: A theoretical integration and synthesis of laboratory research. Psycholical Bulletin. 130:355–391


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Agresión reactiva, cerebro y adolescencia


La conducta agresiva y antisocial dirigida a nuestro congéneres genera un gran rechazo y en muchas ocasiones nos sorprende por su violencia injustificada. Sin embargo, se trata de un comportamiento con una base instintiva que ha tenido un claro valor adaptativo a lo largo de la evolución de la especie humana. Si para Freud el instinto de agresión se oponía de forma clara al instinto erótico o de vida, para etólogos como Konrad Lorenz la agresión tenía un evidente sentido utilitario, pues cumplía funciones esenciales para la supervivencia del individuo y de la especie. Por ello, no es sorprendente que la conducta agresiva tenga unas bases neurobiológicas bien definidas.

Aunque existen numerosas clasificaciones de la agresión, una de las más utilizadas es aquella que considera dos tipos de agresión la agresión reactiva y la instrumental. En este post nos referiremos a la primera, que es la agresión provocada por un suceso frustrante o amenazante y que implica un ataque furioso y no planificado sobre el objeto que se percibe como fuente de la frustración. Suele ir acompañada de ira y tener una alta carga emocional, por lo que se la considera como agresión caliente (hot).

Hoy día de dispone de muchos estudios con animales y con humanos, que mediante la utilización de diversas técnicas de neuroimagen(PET, fMRI) han aportado mucha información sobre las mecanismos cerebrales implicados en la agresión reactiva. Sin duda, el papel estelar le corresponde al sistema básico de amenaza (basic threat system) conformado por estructuras cerebrales entre las que destaca la amígdala. En sujetos normales, este circuito se activa en situaciones claramente amenazantes en las que la integridad personal está en peligro, por lo que se considera un mecanismo que facilita la supervivencia del individuo. Sin embargo, en otros sujetos, como quienes padecen el síndrome de estrés post-traumático, este sistema se muestra hiperexcitable, de forma que ante algunos estímulos, que dejarían fríos a la mayoría de personas, quienes padecen este trastorno reaccionan con una violencia desproporcionada. Tanto un acontecimiento traumático ocasional como una situación de estrés crónico, por ejemplo el rechazo materno, generan cambios estructurales permanentes en el cerebro que llevan a una mayor responsividad de la amígdala, y a un mayor riesgo de reaccionar de forma agresiva.

Los estudios con neuroimagen también han encontrado, no sólo en los sujetos con estrés postraumático sino también en quienes padecen trastornos explosivos intermitentes o trastornos bipolares, una menor respuesta en la corteza prefrontal (órbitofrontal y medial) ante narraciones o estímulos relacionados con situaciones traumáticas. Esto parece indicar que las regiones prefrontales implicadas en la regulación del sistema de amenaza se muestran disfuncionales en estas personas. Por lo tanto, la mayor agresión reactiva mostrada por algunos individuos sería debida del mecanismo conjunto de una mayor activación del circuito básico de amenaza y un déficit en la regulación prefrontal de las emociones generadas en situaciones amenazantes.

Se trata de un desequilibrio entre circuitos cerebrales, uno excitatorio y otro autoregulador, que nos recuerda bastante al desequilibrio que generaba la implicación de los adolescentes en las conductas de asunción de riesgos (ver aquí). Aunque en este caso no parece que los cambios hormonales de la pubertad generen una mayor excitabilidad del sistema de amenaza, sí vamos a encontrar un cierto déficit en la capacidad para controlar las emociones durante los años de la adolescencia, en los que aún no se ha completado la maduración de la corteza prefontal. Ello podría explicar la mayor prevalencia de la agresividad reactiva durante esta etapa.

Podríamos preguntarnos si ocurre lo mismo con la agresión instrumental. Pero ese será un asunto a tratar en otro post.
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Howard Zinn cuestiona la naturaleza agresiva del ser humano en el siguiente video.



sábado, 20 de diciembre de 2008

El bienestar de las niñas y niños españoles (The Child Development Index)



Levanta algo la moral el ver que los niños y niñas españoles ocupan una buena posición en un ranking mundial. Tras tantos golpes de pecho y tanto entonar el mea culpa por algunos de los males que afectan a nuestra infancia y adolescencia, por fin podemos sacar pecho por algo. Y no me estoy refiriendo al triunfo de la selección nacional de futbol en la pasada Eurocopa. En este caso se trata de algo bastante más importante: España ocupa la segunda posición en el ranking mundial elaborado por la ONG Save the Children para evaluar el bienestar de la infancia en 137 países.

El Indice de Desarrollo de la Infancia (Child Development Index) persigue el objetivo de monitorizar el estado de la infancia en una amplio numero de países. Pretende responder a preguntas tales como ¿cuál es la situación de la infancia en un mundo con una economía cada vez más globalizada? ¿Está aumentando el bienestar y reduciéndose la pobreza en la infancia de países con altas tasas de crecimiento económico? ¿Qué ocurre con los niños de aquellos países cuyas economías están más estancadas? ¿Cómo afectará a la infancia el aumento de los precios de alimentos y carburantes?

Este índice se elabora a partir de tres indicadores:

  • La mortalidad infantil por debajo de los 5 años

  • El porcentaje de niños y niñas menores de 5 años que presenta malnutrición.

  • El porcentaje de niños y niñas que no están escolarizados en educación primaria.
Como puede verse en la tabla inferior, España ocupa el segundo lugar tras Japón y por delante de países como Canadá e Italia. En el otro extremo se sitúan países sub-saharianos como Nigeria y Sierra Leona. (Las puntuaciones altas indican mayor pobreza y deprivación infantil).
Tabla. Países mejores y peores en el Indice de Desarrollo de la Infancia (2000-2006) .
El informe elaborado por Save de Children, que puede consultarse aquí, subraya el considerable progreso que ha tenido lugar en algunas zonas del mundo, como Latino- América y el Caribe, desde 1990. Pero también muestra que la pobreza y deprivación infantil están muy arraigadas en otras áreas como el sur de Asia o el África sub-sahariana.



Save the Children denuncia que el crecimiento económico de muchos países en vías de desarrollo no siempre va acompañado de mejoras en la salud y bienestar infantil, y que estos países deben hacer esfuerzos en 3 direcciones:

  • Capacitar a la población más desfavorecida para participar en el proceso de crecimiento mediante las medidas de protección social y el acceso a servicios básicos.
  • Apoyar la creación de puestos de trabajo decentes para la población más pobre, particularmente para las mujeres.

  • Asegurar que fondos públicos se destinen a programas que reduzcan la pobreza, de forma que los sectores más deprivados, especialmente los niños, se beneficien tanto como sea posible.
En fin, que mientras que en países como el nuestro estamos muy preocupados porque nuestros niños y adolescentes cometen faltas de ortografías al escribir, en algunas zonas del mundo muchos niños y niñas ven violados sistemáticamente derechos infantiles básicos, como son el derecho a la escolarización y a la alimentación.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Escribir, hablar o pensar: sobre la instrospección


Ya he hablado en este blog sobre los beneficios que para la salud de las personas tiene el escribir sobre las propias emociones y sentimientos (aquí): esa escritura emocional parece contribuir a reducir los niveles de colesterol en sangre. Probablemente ese beneficio está relacionado con el hecho de que el escribir sobre nuestras emociones nos obliga a analizar y pensar sobre nuestras experiencias vitales, lo que tendría unos efectos saludables para nuestro bienestar psicológico, lo que a su vez influiría sobre nuestro estado de salud. Pero una serie de estudios llevado a cabo en la Universidad de California, Riverside, indica que el modo de pensar acerca de nuestras experiencias determina nuestra satisfacción vital, por lo que tendríamos que tener en cuenta cómo reflexionar sobre nosotros mismos.

Un primer estudio encontró que a la hora de abordar los sucesos negativos es más beneficioso escribir o hablar en voz alta (aunque estemos solos) que pensar privadamente sobre ellos. Así, quienes siguieron los dos primeros métodos mostraron una mejoría en su salud mental, su satisfacción vital y su funcionamiento a nivel social, algo que no ocurrió a quienes rumiaron sus penas en silencio.

En un segundo estudio se pidió a los participantes que emplearan alguno de los tres sistemas anteriores, pero aplicándolo a sucesos positivos. En este caso el pensamiento íntimo y privado mostró su superioridad sobre los otros métodos, y produjo beneficios superiores.

Finalmente, un tercer estudio profundizó en la forma en que los participantes pensaban sobre los acontecimientos positivos. De las dos alternativas que se compararon, analizar o desmenuzar en sus detalles el suceso o, por el contrario, revivir la experiencia, fue esta segunda táctica la que contribuyó de forma más eficaz a aumentar la salud y el bienestar.

Por lo tanto, de estos estudios se puede sacar la conclusión de que el análisis sistemático de acontecimientos negativos mejora el bienestar y la satisfacción personal, mientras que con las experiencias positivas bastaría con rememorarlas en silencio.
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Lyubomirsky, S., Sousa, L., & Dickerhoof, R. (2006). The costs and benefits of writing, talking, and thinking about life's triumphs and defeats. Journal of Personality and Social Psychology, 90, 692-708

sábado, 13 de diciembre de 2008

Ideología en el debate entre herencia y ambiente


Hay que reconocer que durante muchos años ha habido una clara resistencia por parte de muchos psicólogos a los planteamientos de corte biologicista, como la genética de la conducta, la etología, la psicología evolucionista o la neurobiología. Durante los años 70 el enfrentamiento entre los defensores de plantamientos ambientalistas y quienes admitían que ciertos comportamientos humanos tenían cierta base instintiva fue muy encarnizado.

En 1971, Richard Herrstein publicó su polémico artículo “IQ” en el que planteaba que la inteligencia era en parte heredada. Es más que probable que a lo largo de su vida Herrstein se arrepintiese más de una vez de su artículo, ya que a raíz de su publicación las cosas no le fueron demasiado bien: fue acusado de fascista y racista, se repartieron planfletos en su contra en las universidades de Boston y se colocaron por todo el campus carteles con la palabra “murderer” bajo la foto de Herrstein. Cuando trataba de dar alguna conferencia, independientemente de que el tema de la misma tuviese poco que ver con la heredabilidad del CI, era interrumpido por muchedumbres que no cesaban de lanzarle improperios. Años después Herrstein amplió sus argumentos, sobre todo los referidos a las causas genéticas de las diferencias raciales en CI, en su libro “The Bell Curve”, causando también cierto revuelo.

A otros investigadores no les fue mucho mejor. Por ejemplo, cuando a finales de los sesenta Paul Ekman publicó sus ideas sobre la base instintiva de la expresión y el reconocimiento de las emociones, algo que ya había adelantado Darwin en “La expresión de las emociones en los animales y en el hombre”, recibió durísimos ataques por parte de antropólogos tan eminentes como Margaret Mead.


Pero, tal vez, las controversias mayores las suscitaron el entomólogo E.O. Wilson, con la publicación de su obra “Sociobiologia”, y el etólogo Richard Dawkins, con “El gen egoista”. Wilson pasaba revista en su libro a la evolución de la comunicación, el altruismo, la agresividad, el sexo o la paternidad en distintas especies, entre ellas la humana. La controversia con algunos colegas como Stephen Jay Gould, genetistas como Richard Lewontin, o neurocientíficos como Steven Rose fue intensa. Pero, al igual que ocurrió con Herrstein, Wilson tuvo que sufrir insultos y críticas desmedidas que sobrepasaron con creces los límites del debate que suele ser habitual en el terreno académico: las difamaciones y distorsiones de sus planteamientos teóricos o los boicots a sus conferencias en los campus universitarios se convirtieron el algo relativamente frecuente. En un debate con Gould organizado por la Asociación Americana para el avance de la Ciencia, un estudiante subió al estrado y, después de llamarle racista, vertió sobre Wilson un vaso de agua (El mismo Gould relata el episodio en su libro “Erase una vez el zorro y el erizo”).
En fin, no cabe duda que Wilson llevó durante aquellos años una vida complicada. Seguro que su señora le recriminó en más de una ocasión: “Chiquillo tú por qué tienes que escribir esas cosas, no puedes escribir de hormigas, que es lo tuyo”.

Visto de forma retrospectiva, es indudable que el debate acerca de la naturaleza humana estuvo claramente cargado de ideología, así, los planteamientos ambientalistas fueron acogidos con entusiasmo por una izquierda política que aspiraba a cambiar el mundo, y que para ello necesitaba que el ser humano fuese modificable. Como afirmó Trotsky “Producir una nueva y mejorada versión del hombre es la futura tarea del Comunismo”. Por ello, todo lo que pusiera límites a esa modificabilidad suscitaba muchos recelos, y no es de extrañar que a finales de los años 40 Stalin suprimiese la genética y encarcelase por contrarrevolucionarios a muchos genetistas. En cambio, los postulados más innatistas encontraron más acomodo entre los sectores conservadores. Por ejemplo, las tesis de Herrstein sobre la heredabilidad del CI fueron esgrimidas por quienes defendían el recorte de los fondos que el gobierno de Estados Unidos dedicaba a los programas compensatorios, como el Head Start, dirigidos a las minorías desfavorecidas, en gran parte conformadas por latinos y afroamericanos. Según los sectores más duros del partido republicano, el fracaso escolar de esas minorías era inevitable, ya que la inteligencia se heredaba y su baja posición en la escala social era fruto de su falta de inteligencia, y no lo contrario. Así que dedicar fondos públicos a esos programas era tirar el dinero.

Este debate científico, tan cargado de ideología, no hizo otra cosa que poner en entredicho la supuesta objetividad de las ciencias, algo que ingenuamente muchos pensadores habían defendido y que hoy resulta difícil mantener.

En post anteriores he tocado este tema (ver aquí o aquí)


Stephen Jay Gould

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sobre regresiones o retrocesos en el desarrollo


Uno de los debates más clásicos en la psicología evolutiva es el referido a la continuidad o discontinuidad del proceso de desarrollo: ¿se produce el desarrollo ontogenético mediante etapas o saltos cualitativos, o, por el contrario, no hay otra cosa que un cambio gradual y acumulativo? Este debate se complica cuando algunos autores proponen no sólo cambios cualitativos, sino que van más allá al afirmar que la discontinuidad en el desarrollo implica, además de saltos evolutivos, regresiones o retrocesos, con pérdidas temporales de algunas competencias previamente adquiridas.

Una de estas regresiones tendría lugar durante el primer año de vida del niño, en el que se daría una regresión en el ámbito emocional que estaría vinculada a los cambios cerebrales propios de este periodo, que suponen una poda o recorte de conexiones neuronales tras la proliferación sináptica de los primeros meses. Esta reorganización cerebral se traduciría a nivel comportamental en irritabilidad, llantos frecuentes, pérdida de sueño y apetito, rechazo a las personas que lo cuidan, etc. Todas estas conductas pueden tener una función adaptativa como es hacer que los padres presten más atención al bebé en un momento en el que está comenzando sus desplazamientos autónomos, lo que conlleva ciertos riesgos para su integridad física.
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Otra regresión ocurriría al comienzo de la adolescencia, momento en el que también están teniendo lugar importantes cambios en la corteza prefrontal, de características similares a los que tienen lugar durante la primera infancia en otras áreas cerebrales (arborización sináptica seguida del posterior recorte de las conexiones no usadas y fortalecimiento de las usadas). Esta reorganización cerebral postpuberal también tiene su traducción comportamental, ya que como hemos comentado en otro lugar (ver aquí), durante estos años chicos y chicas muestran una alta implicación en conductas de búsqueda de sensaciones y asunción de riesgos, una baja tolerancia a la frustración, una escasa capacidad para controlar sus emociones y, probablemente debido a ello, un aumento de los conflictos con los padres. También se han observado algunos retrocesos en el reconocimiento de rostros o en la asunción de perspectivas. Muchos de estos cambios no son sino una consecuencia de la reorganización cerebral, pero otros pueden resultar adaptativos, por ejemplo, la implicación en conductas de riesgo puede acarrear ventajas, como la salida del adolescente del grupo familiar para favorecer el emparejamiento con sujetos no consanguíneos, o promover la exploración y experimentación. A pesar de los riesgos que puede conllevar esta experimentación, también es un requisito para el logro de la identidad personal y una oportunidad para el desarrollo y el crecimiento evolutivo. Además, al igual que ocurría durante la regresión de la primera infancia, estos comportamientos pueden hacer que los padres manifiesten una mayor atención y seguimiento de los comportamientos del chico o de la chica en los momentos en los que está comenzando a distanciarse del hogar familiar.

Por lo tanto, es muy probable que estas regresiones ocasionadas por las reorganizaciones cerebrales de la primera infancia y de la adolescencia temprana sean, tras los lógicos inconvenientes que generan en el entorno familiar en un primer momento, un factor que contribuye a favorecer la maduración y el desarrollo de niños y adolescentes.


lunes, 8 de diciembre de 2008

Los logros inigualables del cerebro humano

En entradas anteriores nos hemos referidos a las enormes potencialidades del cerebro humano, producto inigualable de la actividad de la selección natural a lo largo de miles y miles de años.
Gracias a él, la especie humana ha avanzado de forma sustancial a lo largo de los últimos siglos: el descubrimiento de la penicilina o de la ley de la gravedad, la invención del teléfono y la radio o la formulación de la teoría de la relatividad son algunos de los logros que han sido posible por su mediación. También nos ha permitido gozar de obras como la Misa en Si bemol de Juan Sebastian Bach, los dramas de Shakespeare o los paisajes de Monet y Van Gogh. Sin embargo, donde se muestra de forma más patente su potencia creativa es en la invención de artefactos que contribuyen de forma eficaz a hacernos más llevadera la vida cotidiana. A continuación describo algunos de ellos.


1. El osito de peluche que funciona como lápiz de memoria. Sin duda, un utilísimo recurso para quienes se sienten más seguros teniendo entre manos algo cálido y suave. Podrán llevarlo al trabajo sin parecer extraños o inmaduros.



2. Y qué me dicen de estos guantes calientamanos alimentados desde el puerto USB de su portátil. Insustituibles en los fríos días de invierno.



3. Claro que a veces no son las manos lo que hay que calentar. Para esos casos nada mejor que este juego de vibradores igualmente conectables a su USB. Son pequeños y pueden usarse en la misma oficina con total discreción. El jefe no sospechará nada y pensará que él es el causante de la satisfacción que expresará vuestra sonrisa.




4. La falta de espacio se ha convertido en un verdadero problema para el hombre y la mujer modernos. Vivimos en casas demasiado pequeñas, y sufrimos verdaderos quebraderos de cabeza para ubicarnos en esos apartamentos tan minúsculos. Nada mejor que este 2x1 que integra water y bidet en una única pieza. Después de la deposición el chorrito nos dejará como nuevos.




5. Incluso en las casitas adosadas, con su pequeño jardín, existe falta de espacio. ¿Dónde meter la barbacoa, el cortacesped, la bicicleta estática, las bicicletas dinámicas, etc? Este ingenioso "device" integra cortacesped y bicicleta, de forma que podremos ejercitarnos mientras adecentamos nuestro jardín.



6. Y qué me dicen de esta mesa de ping-pong que permite jugar a tres personas a la vez. Ideal para aquellas familias (cada vez más escasas) que tienen tres niños. Evitará riñas e incomodas esperas. No me pregunten cómo se juega.





Y, finalmente, el enfriador de espaguetis. Su utilidad es tan evidente que sobra cualquier comentario.



Más aquí.

jueves, 4 de diciembre de 2008

La resonancia magnética funcional y el estudio del cerebro en acción


La verdad es que las técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI) producen unas imágenes muy hermosas del cerebro en acción, y está más que justificado el enorme poder de atracción que ejercen sobre muchos investigadores de diversos campos relacionados con el comportamiento humano. Ante esas imágenes espectaculares nos quedamos anonadados, como una cobra ante la melodía de la flauta del encantador de serpientes. Yo mismo estoy por retirar la lámina de Edward Hopper que adorna mi despacho y sustituirla por la imagen de un cerebro en acción: esa mezcla de tonos amarillos, anaranjados y rojos, tiene un look de pop-art de lo más decorativo.

Pero no me voy a referir en esta entrada al valor artístico de las imágenes producidas mediante técnicas de resonancia magnética funcional. No se trata de hacer bromas de algo tan serio, pues las aportaciones de las técnicas de neuroimagen al estudio de la psicología del comportamiento humano son de lo más interesante, y el número de artículos que se publican cada año usando dichas técnicas aumenta de forma espectacular año tras año. Probablemente, desde que Conrad Röntgen introdujera en 1895 la técnica de los rayos X no se había conocido un avance similar en el estudio del cuerpo humano.

Sólo voy a comentar una de las limitaciones de este tipo de técnicas, que pueden generar algunos errores interpretativos. Como conocerá el lector, la FMRI proporciona información sobre la actividad cerebral mediante la medición de la señal magnética de la sangre oxigenada como prueba indirecta del suministro de oxigeno y glucosa a la región activada. Aunque pudiera parece lo contrario, esas imágenes tan plásticas son sólo una recreación visual que un software específico realiza de una enorme cantidad de datos. Algunos autores se han referido a que la técnica no discrimina con exactitud entre los procesos excitatorios y los inhibitorios, ya que ambos aumentan la demanda metabólica y el flujo de sangre a la zona afectada, lo que supone una alteración de la señal fMRI. ¿Puede esa indiferenciación entre la señal generada por procesos excitatorios e inhibitorios crear alguna confusión a la hora de interpretar algunas neuroimágenes? Podría ser.

Por ejemplo, el papel del circuito mesolímbico dopaminérgico de recompensa en la implicación de los adolescentes en conductas de riesgo parece evidente, sin embargo, aún no está claro entre los investigadores si durante los años que siguen al comienzo de la pubertad existe un déficit o una hiperexcitabilidad de dicho circuito. Tanto una como otra podría explicar el incremento de las conductas de asunción de riesgos durante estos años (ver aquí) . El déficit llevaría a chicos y chicas a buscar sensaciones más fuertes y recompensas mayores en un intento de compensar el déficit dopaminérgico: experiencias que podrían resultar muy excitantes para sujetos de otras edades, al adolescente le resultarían escasamente estimulantes, como ocurre a quienes padecen el síndrome de deficiencia de recompensa.

Sin embargo, otros autores defienden lo contrario, es decir, que durante la adolescencia habría una mayor activación mesolímbica ante la obtención o anticipación de recompensas. En este caso también habría una mayor asunción de riesgos por parte del adolescente, ya que esa intensa sensación placentera sería difícil de controlar por parte de una corteza prefrontal que aún se muestra bastante inmadura.

No estoy seguro de que esta confusión esté relacionada con la incapacidad de las técnicas de neuroimagen para diferenciar entre procesos de excitación e inhibición, pero es probable que algún lector de este blog con una mayor formación en esta temática pueda arrojar alguna luz sobre el asunto. Mientras tanto seguiremos a oscuras.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Más sobre las familias homoparentales


Ya comenté en este blog algunos de los datos obtenidos en el estudio sobre diversidad familiar que hemos llevado a cabo las universidades de Sevilla y el País Vasco (ver aquí). Los resultados indicaron de forma clara que las familias formadas por padres gays o madres lesbianas tenían hijos que mostraban un buen ajuste emocional, comportamental y escolar. Ello no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que, por lo general, estas familias ofrecían un contexto muy favorable para el desarrollo del menor, como una buena historia evolutiva previa, caracterizada por la ausencia de conflictos familiares, la estabilidad en la relación de la pareja o los cuidados sustitutos de calidad. También eran familias en las que se ofrecían una estimulación y unas experiencias ricas y adecuadas al nivel del menor, y en las que los estilos parentales de crianza no presentaban rasgos permisivos o autoritarios, sino que se caracterizaban por el afecto y las prácticas disciplinarias inductivas. Se trataba también de madres y padres que daban también mucha importancia en la educación infantil al fomento de valores como la igualdad, la justicia, la tolerancia y el respecto a los demás, y ofrecían un modelo muy igualitario en cuanto al reparto de roles, lo que a su juicio podía llevar a la adopción por parte de sus hijos e hijas de unos roles de género más flexibles y adaptativos. Además, los hijos de estas parejas fueron muy deseados, por lo que no es de extrañar que la implicación parental fuera muy alta.

La mayoría de las familias homoparentales entrevistadas tenían hijos que habían sido concebidos mediante técnicas de inseminación artificial (23), mientras que otros habían sido adoptados (8), y sólo 3 procedían de relaciones de pareja previas. Tal vez, el hecho de que fuera muy bajo el número de familias homoparentales que a su vez eran familias reconstituidas sea un rasgo de la muestra que haga que éstas muestren un perfil muy saludable, ya que como encontramos en este mismo estudio, las familias reconstituidas solían ser más problemáticas, y ofrecían contextos de desarrollo menos favorables, que se ponían de manifiesto en algunos problemas de ajuste en los menores que habían experimentado la separación de sus padres.

Estas parejas homoparentales también tenían sus preocupaciones y sus necesidades. En cuanto a las primeras, mencionaron el miedo a los prejuicios y al rechazo que existen sobre la homosexualidad, en general, y sobre este tipo de familias, en particular. O la escasez de referentes sociales, habida cuenta de que aún es escaso el número de familias formadas por parejas del mismo sexo. A pesar de ello, salvo algunas excepciones, la mayoría de estas parejas indicaron que su entorno (familia, amigos, profesores del menor) había mostrado una actitud de apoyo y aceptación de su decisión a formar una familia.

En cuanto a sus necesidades, estas parejas indicaron la necesidad de formación específica sobre cómo ejercer el rol parental, o de contactar con otras familias similares con las que compartir sus dudas e inseguridades.

Por lo tanto, los resultados del estudio indicaron que las familias homoparentales no suponían ningún riesgo para el ajuste psicológico de los menores, ya que ofrecían una estimulación, unos estilos parentales y unos cuidados de mucha calidad para el desarrollo infantil. Teniendo en cuenta estos datos, parece que las parejas formadas por personas del mismo sexo pueden ser consideradas idóneas para la adopción, siempre que cumplan los mismos requisitos que cualquier pareja heterosexual. De esta forma no será preciso que recurran al robo de niños, como ha ocurrido con una pareja de pingüinos “gays” de un zoo chino, que han sido castigados por tratar de robar los huevos de parejas heterosexuales: parece que el instinto materno o paterno no conoce fronteras, ni de especies ni de orientación sexual. (ver aquí).