jueves, 2 de abril de 2009

La rehabilitación de los delincuentes sexuales no es una quimera


Leo en la prensa de hoy (ver aquí) la noticia que recoge los resultados de un estudio llevado a cabo por el Centro de Estudios Jurídicos de la Generalitat sobre la tasa de reincidencia de los reclusos encarcelados por delitos sexuales y excarcelados entre 1998 y 2003. El dato que me resulta más llamativo es el porcentaje de presos que vuelve a delinquir por ese motivo: un 5.8%, aunque hay otro 12,7% que comete otro tipo de delitos. Resulta curioso que este 5,8% de reincidencia en delitos sexuales, o del 18,5% si consideramos también los restantes delitos cometidos por delincuentes sexuales excarcelados, es claramente inferior a la tasa de reincidencia del resto de delincuentes, que se sitúa en el 37,4%. No sé que pensaréis vosotros, pero a mí la cifra me ha parecido muy baja, ya que existe la idea más o menos generalizada de que el delincuente sexual es poco menos que irrecuperable.

Podríamos pensar que esa idea tan extendida entre la opinión pública se basa en estudios semejantes al que hoy ha visto la luz, pero la cosa no está tan clara, y se trata más bien de una representación social que damos por válida sin que exista un evidencia empírica abrumadora al respecto. Algunos casos especialmente llamativos de presos excarcelados que han vuelto a las andadas, como el segundo violador del Eixample, contribuyen a asentar esta idea de irrecuperabilidad, y los medios de comunicación suelen dar una amplia cobertura a estos casos, mientras que algunos creadores de opinión no hacen otra cosa que meternos el miedo en el cuerpo. Y ya se sabe que cuando tenemos miedo miramos a la derecha y defendemos políticas más conservadoras, en la búsqueda de una supuesta seguridad.

El asunto no pasaría de ser anecdótico, si no existiese una fuerte corriente de opinión a favor del endurecimiento de las penas para este tipo de delincuentes: castración química o cadena perpetua son solicitadas con frecuencia para estos pervertidos. Sin embargo, el estudio citado aporta también algunos datos interesantes, como la importancia del tratamiento para la rehabilitación, ya que la reincidencia de quienes siguen algún tipo de terapia está muy por debajo de quienes no recibieron ninguna (14.3% frente a 46,5%). Esta diferencia resulta muy esperanzadora y pone de manifiesto que la rehabilitación de estos delincuentes es posible, aunque algunos supuestos expertos afirmen lo contrario.

Es cierto, que el estudio tiene sus limitaciones, y es posible que muchos de los presos excarcelados hayan cometido delitos sin que hayan vuelto a entrar en contacto con la justicia, o que el periodo de seguimiento no sea demasiado amplio –desde su liberación hasta finales de 2007- y muchos de ellos podrán delinquir en el futuro, no obstante estos resultados deben hacernos reflexionar acerca de la ligereza con la que con frecuencia se solicita el endurecimiento de las penas vigentes en la actualidad.

15 comentarios:

  1. gobernar a golpe de caso mediático vende mucho, eso es lo malo, y los delincuentes sexuales tienen muy mala prensa incluso dentro de la cárcel, por lo que tengo entendido, es la parte que más odio del PP, cuando azuza en esta dirección, mucho endurecer las penas pero de atacar las causas nada de nada, buen análisis

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  2. "Algunos casos especialmente llamativos de presos excarcelados que han vuelto a las andadas, como el segundo violador del Eixample, contribuyen a asentar esta idea de irrecuperabilidad, y los medios de comunicación suelen dar una amplia cobertura a estos casos, mientras que algunos creadores de opinión no hacen otra cosa que meternos el miedo en el cuerpo. Y ya se sabe que cuando tenemos miedo miramos a la derecha y defendemos políticas más conservadoras, en la búsqueda de una supuesta seguridad.

    Creo que no hay nada más que añadir a este párrafo. Si mezclas la subestimada incidencia de los medios de comunicación sobre el pensamiento juicioso de las personas, y que ya de por si tendemos a generalizar, tenemos como resultado una falacia absoluta. Una de las cosas que parece que no llegamos a entender es que generalizar conductas sobre un sector específico es un espejismo total.

    Estoy en sintonía acerca de lo que escribes sobre el MIEDO. Y es que el MIEDO es causa de muchas conductas falaces y/o basadas en espejismos. Quizás se deba a que así nos sentimos en comunidad con "lo que debe ser" y nos sentimos más seguros, o mejor con nosotros mismos, sin realmente llegar a analizar lo que decimos.

    Lo único que sé es que juzgar a X y a H por una mera asociación circunstancial (nacionalidad, tipo de delito, etc.) es un GRAVE ERROR DE JUICIO.

    Buen artículo.

    Saludos.

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  3. Si la pena fuese castración química,por ejemplo para los violadores, ésta no seria la panacea absoluta, ya que, se ha comprobado que las personas con antecedentes de abuso sexual, reinciden, no por una cuestión de buscar reconocimiento y varonilidad mediante el sexo, sino por el simple hecho de consumar la penetración con violencia, por ello lo volverian a hacer , haciendo uso de cualquier instrumento, como palos, botellas, etc.

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  4. Hasta hace quince minutos estaba convencido que no se sabía como intervenir con los delincuentes sexuales. Esa idea está siempre en el aire cuando se debate sobre las penas de cárcel y es un lugar común con compañeros que tambien están estudiando psicología.

    Gracias por avisar :)

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  5. Hay un sesgo de selección en el tratamiento en prisión de delincuentes sexuales. Sólo aquellos que con perfil de buen pronóstico y que siguen completamente el tratamiento son tenidos en consideración en el estudio que mencionas. No sabemos si es el tratamiento lo que mejora los resultados o si el investigador tuvo buen ojo a la hora de ver a quién metía en el grupo de tratamiento. Con un error de este calibre, resulta bastante arriesgado afirmar que el tratamiento mejora las perspectivas de reincidencia.

    Un saludo.

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  6. En cualquier caso, la reincidencia de los delincuentes sexuales no parece tan alta como suele afirmarse, y está por debajo de la reincidencia de otros delincuentes. Creo que ese es el resultado más relevante del esudio.

    un saludo

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  7. En mi opinion nuestro sistema legal no debe estar asentado en una justicia retributiva sino en la idea de la aspiracion a la mejora en el comportamiento de las personas.

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  8. Anibal, se supone que así es. Sobre todo en el caso de menores de edad.

    saludos

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  9. Para que el estudio estuviera bien formulado sería necesario, además de aclarar si hay sesgo en la selección de personas a "tratar" o que han superado el "tratamiento", conocer el porcentaje de delincuentes sexuales que son capturados en condiciones "normales". Quiero decir que cabe la posibilidad de que sólo uno de cada 20 delincuentes sexuales sea detenido en general. En tal caso, una reincidencia como la apuntada indicaría que no ha habido "cura", sino una pauta similar a la que había con antelación. Parto de la base de que "tratar" a un delincuente sexual que encuentra atracción en la dominación o la violencia sobre otros es imposible... o al menos es tan difícil como "tratar" la homosexualidad. Cuando a alguien le gusta algo y nos parece equivocado, ¿como "tratamos" su gusto? Si el gusto se manifiesta en una coacción de la libertad ajena que puede comportar prisión, es probable que sólo funcione la represión personal, pero dudo que la supresión de ese gusto sea efectiva con cualquier "tratamiento". Alfredo, tienes un post muy interesante sobre la relación izquierda-ambientalismo y derecha-innatismo. Y esto de la "reeducación" del delincuente es un caso paradigmático en el que la izquierda se muestra ambientalista. Pero cuando tocamos un tema tan vinculado a las preferencias sexuales, ¿no es curioso que se siga siendo ambientalista en esto, pero se tiende al innatismo al considerar las inclinaciones sexuales que no atentan contra la libertad de otros (homosexualidad, sadomasoquismo libremente consentido, fetichismo...)? Nos parece ridículo (creo que con razón) lo que afirma la señora del video que "cura" a los homosexuales, pero nos tragamos con complacencia la idea de una "cura" para los delincuentes sexuales.

    Y, por otra parte, hay algo que pese a considerarme de izquierdas se me hace cuesta arriba: ¿por qué desde la izquierda no se da prioridad al amparo de las víctimas y a darles satisfacción cuando piden que quien les ha atacado violentamente permanezca alejado de la sociedad (y muy particularmente de las víctimas)?, ¿por qué se escoge siempre al delincuente como objeto del trato de favor? En la izquierda hay una visión romántica de la delincuencia que es cuando menos curiosa. Sobre todo teniendo en cuenta que la violencia se ceba especialmente en las clases medias y bajas. Es algo que me intriga, aunque no guarda relación con esta entrada. ¿O sí?

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  10. Anónimo, interesante comentario. Aunque en el caso de la profesora de Murcia se observa cómo se defiende una postura ambientalista sobre la etiología de la homosexualidad, no creo que de ahí se pueda deducir que la derecha defienda posturas ambientalistas y la izquierda innatistas sobre la orientación sexual. Más bien creo que dicha profesora representa una una excepción, aunque cada vez más frecuente. Creo que lo usual ha sido que desde posicionamientos progresistas se miraran con mucho recelo los intentos de encontrar factores genéticos vinculados a la homosexualidad. Como he comentado en algunos post anteriores, la defensa del ambientalismo por parte de la izquierda tiene que ver con su aspiración de cambiar la naturaleza humana y la sociedad.
    Con respecto a la delincuencia sexual, no creo que sea considerada de forma distinta a otros tipos de delitos: la derecha ha tendido a defender medidas sancionadoras más severas, probablemente porque, al igual que ocurre con las psicopatías, a pesar de los factores genéticos relacionados con esos tipos de agresión (sexual o psicopática), los factores sociales también contribuyen a su manifestación, ya que cuando hay recursos económicos resulta más fácil satisfacer esos "instintos" sin entrar en contacto con la justicia. Es decir, hay más delincuentes de capas sociales desfavorecidas, de los que tendríamos que "defendernos" encarcelándolos de por vida.

    Creo exagerada la afirmación acerca de la imposibilidad de rehabilitar a delincuentes sexuales (aunque estoy de acuerdo en que el estudio catalán contiene algunos sesgos), incluso en el caso de que haya factores genéticos implicados. No veo por qué no es posible que algunos sujetos con tendencias a la agresión sexual puedan llegar a controlar esos impulsos, aunque no se transformen sus "gustos". El delito tiene que ver con la conducta, no con los deseos o apetencias personales.

    Nos parece ridícula la afirmación de que se puede curar a los homosexuales, porque la homosexual es una conducta sexual tan legítima como la heterosexual, y que por lo tanto, no precisa de ninguna curación. No porque no fuera posible suprimir o inhibir esos comportamientos supuestamente desviados.

    Saludos

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  11. La contradicción de la derecha con su innatismo y la homosexualidad ya la había detectado. Del mismo modo que plantean propuestas aparentemente contradictorias entre su "derecho a la vida" (la negativa a aceptar el aborto bajo cualquier supuesto) y la pena de muerte. Su enfoque en ambos casos parte de un supuesto: la existencia del bien y del mal sin zonas grises. (Ojo: yo también creo en que el bien y el mal (o al menos, en que hay acciones y comportamiento buenos y acciones y comportamientos malos) pero asumo la existencia de ciertas zonas grises y problemas irresolubles si se espera una solución perfecta.) El problema es que su concepto de bien y mal no vienen determinados por criterios éticos, sino por la palabra revelada de una deidad que dejó dichas cosas hace dos siglos, y de sus exégetas de hace varios siglos. Así, encontramos una serie de normas arbitrarias que se fijan en su mente (desde bien pequeños) y que se resisten a cualquier enfoque científico. En si modelo del mundo si alguien contraviene una norma no puede ser porque Dios haya provocado su desviación: en todo caso es obra de un Dios-en-negativo y necesita ayuda de sus congéneres para volver a cierto estado de santidad (en el que ellos, los inquisidores, siempre se encuentran, claro está). Así pues, se es innatista cuando se trata de justificar la posición social de los individuos, pero eso no entra en contradicción con sentirse redentor cuando la persona peca. Y no sólo es pecado la homosexualidad. También lo es la promiscuidad, la ingesta de drogas, etc. Lo gracioso es cuando los mismos redentores se encuentran a sí mismos pecadores. Diferentes religiones dan diferentes soluciones, y la católica es de las más curiosas: tiene un ritual de purificación que obliga a la autodelación ante una figura de autoridad divina. No es extraño que la Iglesia acumulara tanto poder. Pero esa es otra historia.

    Lo de cambiar los gustos o reprimir el comportamiento es el tema fundamental. Estoy de acuerdo con que se penan las acciones, no las cosas que pasan por la cabeza de uno. Como decía Buñuel, "el pensamiento no delinque" (o cosa parecida). Sólo se puede y debe sancionar el comportamiento que es socialmente pernicioso o que coarta la libertad legítima de los demás. Y la violación es un atentado gravísimo contra la libertad. Asumamos, pues, que el objetivo de la "reeducación" de delincuentes va más en la línea de reprimir su comportamiento que de cambiar efectivamente sus gustos. Al menos parece realista. Pero ha de ser difícil cuando se ha hecho de la represión un demonio, al menos desde la izquierda. Hay una mitomanía en la izquierda actual con el rollo del buen salvaje que ve con pésimos ojos eso de la represión. De hecho, "reeducación" es, a la postre, un modo de enseñar auto-represión, pero como no nos gusta el término, usamos un eufemismo. O peor, negamos que el objetivo sea ése y nos planteamos metas absurdas. Digo que el problema es con la izquierda actual en referencia a la izquierda-liberal surgida de las revueltas de los sesenta, revueltas protagonizadas por jóvenes hedonistas tremendamente aburridos. Mao, Lenin o Fidel no tenían duda alguna acerca de lo que significaba reeducar en sus sistemas de socialismo real. Pero eso es, de nuevo, otra historia.

    Y para acabar. Que las clases pudientes queden en ocasiones fuera del alcance de la ley no es excusa para que quien la hace (en temas tan serios como la violación) no la haya de pagar. A mí me importa poco que el delincuente sexual sea de clase baja o alta: si se le detiene y es encontrado culpable ha de cumplir con la pena que toque, yq ue es fruto de un pacto social. Que la gente con recursos puede pagarse una mejor defensa es una obviedad. Puede parecer bien o mal, pero no debe ser una excusa para tratar con ligereza el asunto cuando el responsable es de clase media o baja. Vuelvo a insistir en que las víctimas son, por regla general, de esas mismas clases medias o bajas y que su desamparo es grande cuando no se castiga el delito. Y puestos a ayudar, prefiero ayudar a las víctimas, que viven con terror la posibilidad de encontrarse con un verdugo que saben positivamente que encuentra placer en infligir tortura. El pacto social hace que el estado sea el único usuario legítimo de la violencia y esperamos de él seguridad. Si no ofrece seguridad, se crea un desapego del pacto social que disgrega a la sociedad. Cuando un currante de toda la vida, pagador de impuestos, es asaltado (atracado con violencia, violado/a...) y la sociedad mira con benevolencia al verdugo, algo va mal. Tan mal, tan mal que ahí está la simiente del auge de la ultraderecha en zonas marginales. Pero eso es otra historia.

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  12. Anónimo,

    No creo que el mito del buen salvaje, y la negación o represión de instintos o comportamientos "naturales" sea una idea que en estos momentos esté defendida por la izquierda. Tal vez, en algunos momentos de la segunda mitad del siglo XX, algunos sectores de lo que denominas izquierda-liberal abrazaran la idea rousseauniana de una naturaleza humana "buena" en esencia que la sociedad corrompe, lo que tuvo repercusión a nivel educativo (p.e. los principios que guiaron el proyecto educativo Summerhill). Pero creo que considerar que la izquierda actual apoye la idea del "buen salvaje" es una afirmación más que exagerada. Aunque, tal vez, continúe teniendo acomodo entre algunos sectores ácratas.
    Hay que tener en cuenta que para el marxismo tradicional la naturaleza humana dependía de las condiciones sociales, culturales y económicas, lo que supone una clara defensa del ambientalismo. Pocas cosas hay más alejadas del mito del buen salvaje que la psicología socio-cultural (Vigotsky, Cole, Werscht...), que hunde sus raices en el marxismo, y que está mucho más cerca de los postulados de la izquierda.

    Cuando hablo de que los sectores más favorecidos tienen menos posibilidades de entrar en contacto con la justicia no me refiero exclusivamente a que puedan pagarse una mejor defensa, sino al hecho de que, además de los factores genéticos, otros factores sociales favorecen estos delitos.
    Aunque no soy un experto en este tema, no creo que haya un único tipo de delincuente sexual, y en la mayoría de ocasiones ese delincuente no es ese sujeto sádico y agresivo, con rasgos psicopáticos y de difícil recuperación, que aparece con frecuencia en los medios de comunicación. Esa imagen tan dramática no hace otra cosa que alimentar el miedo a ser víctima, y que la sociedad exija medidas más represivas de lo que sería necesario. Vivimos un una sociedad que tiene miedo a todo, a ser robada, violada, asaltada..., a los inmigrantes, a los jóvenes, a las drogas...Y ese miedo no nos deja ver las cosas con objetividad (Isaac Rosa en su último libro "El país del miedo" analiza este fenómeno desde la ficción).

    Si el delincuente puede ser rehabilitado e incorporarse a la sociedad, no veo ningún motivo que lo desaconseje. Lo que hace falta son datos, evidencia empírica, que nos indiquen si esta rehabilitación es posible. ¿O acaso no es la rehabilitación del delincuente uno de los objetivos de las penas? Igualmente, ¿no hay suficientes datos que indican que el endurecimiento de las penas no reducen en absoluto la delincuencia?

    Pues eso, evidencia empírica, lo demás son opiniones que, con frecuencia, parten más de nuestro miedo desmedido a ser víctimas que del análisis riguroso.

    En cualquier caso, y más allá de ligeras discrepancias, agradezco tus comentarios, muy bien argumentados y fundamentados

    Un saludo cordial

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  13. Hola de nuevo.

    Vaya por delante que es agradable discrepar educadamente y poder posicionarse sin entrar en el "trollismo" habitual en este tipo de debates.

    Sigo sosteniendo que el mito del buen salvaje sigue vigente en la izquierda dominante. Por izquierda liberal me refiero a la que surge de los años sesenta y que mezcla un cierto marxismo con los postulados de Marcuse, los postmodernos franceses, el ecologismo más irracional, el psicologismo o psiquiatrismo, el new age... Y uso la palabra liberal quizá inapropiadamente, pero para contraponer esa izquierda a la ortodoxa, la que se concretó en el "socialismo real" y que nada tenía que ver con Marcuse o el postmodernismo. La izquierda ortodoxa, por ejemplo, no abrazó el ecologismo en absoluto. Vease su postura ante las nucleares y la que adoptó y mantiene la izquierda estándar en España.

    En el mito del buen salvaje se parte precísamente de la idea de que el ser humano es intínsecamente bueno, pero que esa bondad se malogra por factores ambientales. Una buena educación o, casi mejor, una buena "deseducación" obra milagros en opinión de los nuevos roussanianos. Claro que esa buena educación se orienta en líneas puramente anti-represivas, anti-traumáticas, etc. Así, los contenidos son secundarios frente a las actitudes. El entorno educativo es de buen rollo y nada coercitivo... en fin, lo que ahora mismo hay. Los resultados, a la postre, no sé si son todo lo buenos que esperábamos. Desde luego, en muchos aspectos es un completo desastre. Pero creo que no se ve o no se quiere ver desde las personas que, de buena fe, han impulsado el sistema. Una pena, porque entonces el sistema se hace impermeable a las reformas. Y sin reformas no hay progreso.

    Lo de la delincuencia y la reinserción va por el mismo camino. Lo que hace falta es una mayor fe en el empirismo y ver los números sin prejuicios ideológicos. No es cierto, lamentablemente, que una mayor dureza de la penas no tenga un efecto sobre la delincuencia. Creo que en "Freakonomics" se citan estudios académicos en ese sentido (sé que el libro es divulgativo, pero hablo de los estudios académicos que cita, no del propio libro).

    Y cuando hablamos de percepción del peligro, yo distinguiría. Yo vivo y he vivido siempre en barrios de clase media y media-baja. Desde hace unos quince años no percibo peligro real por laz zonas en las que muevo. Pero no siempre ha sido así. En los años en los que la heroína era una droga de consumo bastante extendido en gente de mi edad, el peligro era real y tangible. Tan tangible como haber sufrido tres atracos a punta de navaja (por no citar atracos a amistades, uno de ellos a punta de pistola). Entonces mi percepción del peligro no era una paranoia inducida por los medios. Pues bien, para mucha gente en los sectores económicos más bajos, esa percepción de peligro no ha desaparecido nunca. Y no es consecuencia de lo que los medios de comunicación les meten en la cabeza: la viven cotidianamente. Es cierto que los medios tienen un negocio en el asunto, ya que el sensacionalismo vende. Pero tambén es cierto que el peligro percibido no siempre es fruto de la imaginación. Es precísamente en esos sectores en los que tiene arraigo la ultraderecha. En Valencia, por ejemplo, la ultraderecha se nutre de gente de barrios como el Cabañal, donde el deterioro urbano y la delincuencia (por zonas) son rampantes. ¿Qué hace la izquierda frente a esa situación? Mira para otro lado y enfrenta a los vecinos a un discurso de buen rollo que no entienden. Frente a la violencia tratada con pasividad por el Estado, la ultraderecha les vende un discurso populista pero que sí entienden. Y claro, lo compran. Si el Estado les diera algún tipo de respuesta, quizá la ultraderecha perdería su sustento "argumental". En cualquier caso, juzgarlos desde la comodidad de un empleo fijo, un bienestar personal creciente, los prejuicios ideológicos al uso... es un poco insensato.

    Finalmente, la rehabilitación del delincuente es uno de los objetivos de la pena. Estoy de acuerdo. Pero es UNO de los objetivos, no es EL objetivo. Se diga o no explícitamente, la pena tiene otros objetivos. En lo personal, el de castigar el comportamiento indeseable socialmente y que afecta a la libertad o los bienes de los demás. En lo social, la prevención del delito mediante la disuasión y la segregación, aunque sea temporalmente, de quien ha demostrado que no está para convivir con respeto a los demás. Hay que cuidar que todos los objetivos se alcancen. Por otra parte, ¿es Mario Conde, por poner un caso, un sujeto "rehabilitable"? ¿Qué "terapia" se aplica a alguien así para que "cambie"? ¿Actuó empujado por la necesidad y una educación deficiente o por un entorno que no le daba más opciones? En fin, que las cosas no son fáciles.

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  14. Pues, sigo sin estar de acuerdo en que la izquierda actual (ojo me refiero al momento presente), ni siquiera la más liberal, haga suyo ese mito del buen salvaje ni, por supuesto, los postulados posmodernos. Dentro de la izquierda no ortoxa existen sensibilidades bien diferentes, y una cosa es aceptar cierto relativismo cultural, y otra distinta abrazar el posmodernismo. Creo que con frecuencia se tiende a dicotomizar de forma demasiado simplista posturas ideológicas que tienen muchos matices.
    No obstante, aunque el debate acerca de estos temas tenga un trasfondo ideológico, creo que tiene su campo de batalla en un terreno más académico, como, lo es el de las dos culturas (ciencias-humanidades).
    Mi desacuerdo es mayor con tu afirmación, "los contenidos son secundarios frente a las actitudes. El entorno educativo es de buen rollo y nada coercitivo... en fin, lo que ahora mismo hay"

    Ya he tocado en una entrada anterior este tema cuando escribí acerca del manifiesto pedagógico "No es verdad", cuyos argumentos principales hago míos. Pero creo que el problema de la escuela actual es precisamente el contrario, que está demasiado centrada en los contenidos, y que sigue anclada en metodologías del pasado. Ello no quiere decir que todos los métodos tradicionales sean inadecuados. En este debate ocurre lo mismo que comentaba más arriba en relación con la izquierda y el relativismo posmoderno, se dicotomiza en exceso: o eres un carca que aboga por la escuela autoritaria y tradicional (por lo general, un profesor de ciencias en la ESO o bachillerato), o un progre (generalmente psicólogo o pedagogo) que rechaza toda la metodología tradicional y la enseñanza de contenidos y que apoya el buenismo, la permisividad absoluta, y la educación en valores. Creo que la realidad es algo más compleja, y considerar que la escuela deber hacer algo más que formar en contenidos, o pensar que el constructivismo es un método válido de aprendizaje, es algo muy serio y perfectamente compatible con la consideración de que el esfuerzo es importante en la educación, que las normas son necesarias, que la memoria es una herramienta imprescindible, y que la formación en ciencias es fundamental. En fin que se puede ser un profesional muy sólido apoyando esos planteamientos, y que quienes nos situamos cerca de esa visión de la educación no somos unos "progresillos" que apoyamos un entorno de buen rollo y poca coerción. Esa caricatura tan frecuente, y que dibujas en tu comentario, se parece tanto a la realidad como la de creer que quien aboga por un enfoque educativo diferente es un facha trasnochado y autoritario que no tiene ni idea de lo que supone EDUCAR.

    Con el resto de tus comentario estoy más de acuerdo.

    Un saludo

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  15. Sobre si la izquierda "mainstream" ha hecho propio o no el discurso posmoderno, ahí van dos ejemplos. Uno, la adopción del feminismo posmoderno, que ha salido de la academia (donde nunca debiera haber entrado) para ir creando un discurso delirante que el común de los mortales no entiende. Y dos, un relativismo cultural que ha hecho de la izquierda una valedora de las religiones. Defender religiones y otras supercherías llegando a llevarlas a la escuela es para alucinar. Los católicos integristas y los musulmanes integristas han extendido su influencia al amparo de gobiernos supuestamente laicos. Para flipar.

    Es verdad que el sistema educativo no es blanco y negro. En la escuela hay una mezcla de sistema antiguo y nuevo, lo que dificulta, al efectuar análisis, asignar responsabilidades de los aciertos y fracasos. Pero es un hecho innegable que el nivel de conocimientos de los estudiantes ha descendido. El constructivismo está muy pero que muy bien, solo que requiere mucho tiempo si se hace bien. Y no hay mucho tiempo. Quiero decir que algunas cosas pueden (y deben) aprenderse a partir de la experiencia personal, del descubrimiento (guiado), del establecimiento de hipótesis y de la refutación de algunas de esas hipótesis, del debate entre pares supervisado (y guiado) por un experto... Pero hay todo un corpus de conocimiento que puede transmitirse oralmente, que puede (y debe) memorizarse. (La memorización, por otra parte, es un ejercicio intelectual muy provechoso.) Sí hay una eliminación de contenidos, al menos en la parte que controlo: ciencia y matemáticas.

    Nada puede suplir el esfuerzo personal. Es un principio sencillo que la gente entiende (lo practique o no). Si dejamos ese discurso en manos de la derecha, como algo exclusivo, la derecha tendrá un mensaje fuerte con el que colar el sinfín de cosas perjudiciales que trae consigo la derecha: privatización del sistema educativo, aumento del adoctrinamiento religioso, desprecio de la formación científica...

    El sistema educativo ha de ser meritocrático y estimular intelectualmente a quienes formarán la elite del país. Otra cosa es cómo eliminar el impacto traumático del fracaso escolar en quienes no pueden superar el nivel de conocimientos que se estime estándar. Desde luego, juntar a todos en un totum revolutum hasta los 16 años no es lo más inteligente. Muchos centros, por lo que sé de mis amistades implicadas en la ESO, acaban por implantar alguna forma de segregación basada en el mérito. Y es que, aunque las leyes vayan por un lado, el sentido común hace que se ingenien soluciones pragmáticas. Sería mejor que el sistema legal reconociera lo que hay y organizara correctamente las cosas, antes que dejar al criterio de gente bien intencionada el improvisar soluciones provisionales.

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