jueves, 27 de septiembre de 2012

Evaluando los activos o fortalezas de los centros de educación secundaria


En estos tiempos de recortes y de obsesión por maquillar a cualquier coste los resultados en el informe PISA, la escuela está sometida a un fuerte estrés, que tarde o temprano terminará repercutiendo negativamente sobre la formación integral de las próximas generaciones. Por una parte  hay una intensa presión por llevar a la escuela hacia un enfoque más academicista, en el que aquellos contenidos no relacionados con lo que PISA evalúa son considerados prescindibles. Por otra parte, estamos asistiendo a un progresivo incremento del malestar docente, que más temprano que tarde terminará cobrándose su peaje en una disminución de la calidad del sistema educativo.
En estos momentos de incertidumbre, es importante disponer de instrumentos validados que permitan evaluar la calidad del clima escolar, y no sólo a partir de la percepción del alumnado, sino también desde el punto de vista del profesorado.

Aunque no existe un consenso absoluto respecto a los factores que determinan un buen clima escolar que favorezca el desarrollo integral y positivo del alumnado, existen algunos datos que indican que en un buen centro deberían darse algunas circunstancias o requisitos. Entre ellos podríamos destacar el compromiso de la comunidad escolar con los objetivos y metas del centro, un liderazgo fuerte o carismático que contribuya al crear un sentido de comunidad y que impulse la implicación del profesorado en un proyecto común, y un clima relacional positivo entre profesores, y entre profesores y alumnos. Todo ello repercutirá en la satisfacción y el bienestar docente.

Un estudio reciente llevado a cabo  sobre 336 docentes de 20 centros de Educación Secundaria de Andalucía Occidental nos ha permitido validar una escala que puede servir para evaluar la percepción que el profesorado tiene sobre los activos y fortalezas del centro en el que trabajan, y que complementa la escala para evaluar la visión del alumnado. La escala consta de seis dimensiones referidas al funcionamiento del centro:

Convivencia: Se refiere al grado en que el profesorado del centro percibe el cli­ma social que existe en él, el cumplimiento de las normas y si percibe o no el centro como seguro. Aunque se trata de dos factores diferentes, según la validación realizada, ambos configuran la calidad del clima convivencial del centro.

Vinculación con el centro: Incluye tres ítems referidos al sentimiento de perte­nencia o vinculación al centro

Empoderamiento: Esta subescala está formada por cuatro ítems a través de los cuales el profesor o profesora indica la percepción que tiene de la influencia del alumnado en la vida del centro.

Metas educativas: Se refiere al planteamiento, por parte del profesorado, de las metas académicas y si éstas se inclinan más hacia lo instruccional o lo educativo.

Implicación o compromiso del profesorado: Los tres ítems que conforman esta di­mensión se refieren al grado de implicación o compromiso del profesorado con la vida del centro.

Cohesión: Esta subescala se refiere al grado en que el profesorado percibe que en la toma de decisiones el centro funciona de una manera democrática; así como, sobre la percepción de la existencia o no, de buenas relaciones entre el profesorado.

            Esta escala junto a muchas otras puede descargarse aquí.