lunes, 28 de octubre de 2013

Tuits, wasaps, emails y relaciones íntimas



En el año 2000 Robert Putnam publicó su libro “Solo en la bolera”, en el que hacía referencia a los cambios que se habían producido en la sociedad americana en las últimas décadas del siglo XX. Según el sociólogo estadounidense, el capital social había descendido de forma importante, lo que implicaba un mayor individualismo y aislamiento social. Las tradicionales actividades colectivas, como ir a la bolera con los amigos, habían sido sustituidas por otras que habían sido posibles por la eclosión de las nuevas tecnologías. En palabras de Putnam, los norteamericanos habían cambiado el estar con los amigos por ver Friends en el televisor.  Después de la televisión vinieron los dispositivos de audio portátiles (walkmans, discmans, mp3) que nos aislaban del mundo mientras hacíamos ejercicio o paseábamos, limitando la conversación y el intercambio verbal con nuestros vecinos. Y ahora internet se ha hecho omnipresente, con la aparición de aparatos, como son los móviles y tabletas,  que nos permiten estar conectados en cualquier momento.

Por una parte internet nos ha posibilitado la ampliación, hasta unos niveles que eran inimaginables hace unas décadas,  de nuestras redes virtuales, permitiéndonos entrar en contacto con personas de lugares remotos con las que compartimos intereses y que de otra forma jamás hubiéramos podido conocer. Pero el tiempo es limitado, y todo el que dedicamos a esa comunicación virtual lo restamos a los intercambios cara a cara. Cada vez resulta más frecuente ver cómo dos personas comparten su tiempo atendiendo cada una de ellas atentamente a la pantalla de su iphone, mientras leen y mandan mensajes,  con algún que otro comentario aislado dirigido a su compañero. Algo que hacen sin  que tengan necesidad de levantar la vista de su móvil.

Más allá del poder adictivo de estas nuevas tecnologías, algo sobre lo que ya existe una importante evidencia empírica, con estudios que llegan incluso a detectar cambios funcionales y estructurales en el cerebro, cabría preguntarse por el efecto que este conectividad permanente puede tener sobre el mundo social de las generaciones más jóvenes.

Pues bien,  algunos estudios llevados a cabo en Japón pueden sugerirnos algunas respuestas. Así,  las encuestas indican una alarmante tendencia creciente entre los jóvenes japoneses a mostrar un escaso interés por las relaciones sexuales, siendo  cada vez  más numerosos quienes declaran preferir el sexo virtual (un 60% se niega a mantener relaciones íntimas).

Aunque algunos investigadores consideran que la principal razón es que las relaciones de pareja   son un obstáculo para sus carreras, me atreveré a formular una hipótesis alternativa. La de que en las relaciones virtuales se pierde algo tan importante para la interacción social como es el contacto visual que nos permite leer los gestos y expresiones de los demás, lo que resulta fundamental para el desarrollo de la empatía y la inteligencia socio-emocional.  Estos jóvenes tan conectados pueden estar perdiendo algunas facultades que son esenciales para el mantenimiento de relaciones íntimas. Al igual que los sujetos que carecen por completo de estas competencias sociales (como quienes padecen autismo o síndrome de Asperger) , se sentirán estresados y angustiados ante la posibilidad de tener que establecer un ritual de acercamiento, cortejo y seducción para el que se precisan de esas habilidades. Por no hablar de las que requiere  el mantenimiento de una relación duradera.

No creo que aquí lleguemos a esos extremos, y que en nuestro contexto los bites no sustituirán a la piel, pero sí es más que probable que los circuitos cerebrales implicados en la interacción social se vean afectados por tantos tuits, wasaps y actualizaciones de perfil. Por no hablar de la atención y la concentración en tareas de más de unos cinco minutos de duración.


sábado, 19 de octubre de 2013

Mente divagadora, mente creadora




El acto de la creación artística o intelectual ha sido interpretado a lo largo del tiempo de dos maneras bien diferentes e incluso opuestas. Para algunos la creatividad surge del esfuerzo y el trabajo continuo. Sirvan como buenos ejemplos de ese punto de vista las frases atribuidas a Picasso “Cuando llegue la inspiración que me encuentre trabajando”, o a Thomás Alva Edison “El genio es uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento transpiración”. En el polo opuesto se hallaría la consideración de que la genialidad creativa tiene un origen incierto que incluso algunos atribuyen a la inspiración divina. Así, ese “olé” con el que en mi tierra se premian las producciones artísticas de gran valor no es sino una derivación del “Alá” con el que nuestros antepasados árabes reconocían el origen divino de la genialidad.

Pues bien,  cuando el sentido común nos había llevado a pensar que sólo el esfuerzo persistente en una determinada tarea podría llevarnos a una solución imaginativa vienen los estudios con técnicas de neuroimagen a quitarnos la razón. Y, aunque las deidades queden al margen del asunto, parece que no son esos momentos en los que trabajamos de forma ordenada y continua, ejercitando esa herramienta cognitiva que en una entrada reciente habíamos denominado sistema 2, los que nos ofrecen los mejores frutos creativos. Por el contrario, es en esas otras ocasiones en las que nos entregamos a ensoñaciones y divagaciones que no parecen tener ningún rumbo cuando se suele encender la llama de la creatividad.

Abundan los ejemplos de aportaciones geniales que tuvieron lugar mientras sus descubridores o creadores se relajaban o paseaban dando libertad a su mente para alejarse de las tareas cotidianas. Y es que durante esos momentos de conciencia abierta y errante aumentan las ondas alfa en nuestro cerebro a la vez que se activan algunas zonas que son importantes para la creatividad. Una mente a la deriva destila muchos productos creativos que dependen de destellos intuitivos, desde el encaje de unos versos hasta la solución original de un problema de investigación. De hecho, las personas que manejan con destreza un pensamiento formal y calculador, muy necesario para resolver complejos problemas matemáticos, pueden tener muchas dificultades para la creación si no son capaces de encontrar esos momentos en los que la conciencia se relaja y divaga a su aire.

En esos paréntesis de ensoñación y de conciencia errante se intensifica la actividad cerebral que posibilita el establecimiento de conexiones entre redes neuronales muy alejadas, con la consiguiente emergencia de la intuición creativa. Y es curioso que esa intuición creativa vaya asociada a un pico en la producción de ondas gamma en una zona del cerebro que está asociada con los sueños, las metáforas, la lógica artística, el mito y la poesía.

La vida cotidiana, con su bombardeo constante de emails, SMS, y tareas que resolver nos colocan en un estado cerebral opuesto al que necesita la creatividad. Por lo tanto, y aunque parezca un lujo, necesitamos disponer de un tiempo diario para relajarnos mientras descansamos tumbados al sol, paseamos o hacemos ejercicio. Sólo de esa manera lograremos liberar a nuestra conciencia del corsé racional que limita sus movimientos y le daremos la posibilidad de crear algo nuevo.

Más sobre el tema en FOCUS, la última obra de Daniel Goleman.



domingo, 13 de octubre de 2013

Seminario universitario sobre Fotografía y Psicología



Actividad autorizada con reconocimiento de créditos por la Universidad de Sevilla.

Profesor: Alfredo Oliva Delgado. Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad de Sevilla.

Objetivos:
- Conocer algunas de las aportaciones más interesantes de la psicología al estudio de la fotografía y la imagen.
- Comprender las principales leyes de la composición fotográfica desde un punto de vista psicológico.
- Utilizar algunos conceptos y teorías psicológicas para mejorar la técnica fotográfica.
- Realizar una lectura de imágenes y fotografías a partir de conocimientos psicológicos.
- Conocer las relaciones entre psicología y estética

Contenido: Principales aportaciones de la psicología al estudio de la fotografía y la imagen. Relaciones entre sensación, percepción e imagen en fotografía, los modelos de apreciación y juicio estético o la psicología de la creatividad aplicada a la fotografía.

Horas dedicadas : 25            Nº créditos ECTS autorizados: 1      Nº de créditos LRU: 2,5
Calendario: Los miércoles 19 y 26 de febrero y 5, 12, 19 y 26 de marzo de 2014 en horario de 17.00 a 21.00 horas, excepto el 26 de marzo de 16.00 a 21.00 horas.

Nº plazas : 20
Lugar: Seminario de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología.
Principales Destinatarios: Todos los alumnos de la Universidad de Sevilla.

Persona contacto: Alfredo Oliva Delgado  
Inscripción Libre: envía un email a oliva@us.es con tus datos, indicando tu Facultad, curso y nivel de conocimientos sobre fotografía.

Tfno. info. 954557695            Email info.: oliva@us.es