lunes, 4 de noviembre de 2013

Creatividad y Fotografía



En este mundo virtual en el que vivimos rodeados de una auténtica inflación de imágenes fotográficas la originalidad suele ser un bien escaso.  Además, hay razones para pensar que la capacidad para la innovación tiende a disminuir con la edad. Y es que en la medida en que vamos adquiriendo competencias en el ejercicio de una actividad como la fotografía, en nuestro cerebro se van almacenando aquellos esquemas construidos que van a servirnos para afrontar nuevos retos y problemas. Es decir, la maestría o experiencia va acompañada de una menor necesidad de innovar, ya que tiramos de clichés aprendidos previamente. Así, podría decirse que con la edad nos vamos volviendo comodones y perdemos capacidad para crear algo nuevo. Nuestras fotografías, aunque tengan una mejor técnica, irán perdiendo originalidad.

Recientemente, David Galenson, ha añadido cierta complejidad a los modelos que explican el fulgor y declive de la creatividad a lo largo de la vida. Para este profesor de la Universidad de Chicago hay dos distintos tipos de creadores que se diferencian tanto en su forma de trabajar como en el curso que sigue su creatividad.

Los primeros son los "experimentadores". Estos artistas son buscadores incansables, insatisfechos y con objetivos estéticos ambiciosos aunque imprecisos, y que tratan de presentar una explicación del mundo tal como lo ven y experimentan. Van cambiando su forma de trabajar por ensayo y error y la esencia de la creatividad reside en el proceso, por lo que sus innovaciones más importantes surgen mientras están trabajando. La creatividad de estos artistas experimentales suele seguir una curva que asciende lentamente hasta alcanzar la cumbre a una edad avanzada. En el terreno de la fotografía se trataría de aquellos fotógrafos que, como comenta Eduardo Momeñe en “La visión fotográfica”,  salen a la calle cámara en mano dispuestos a atrapar momentos de un mundo que fluye a su alrededor en continuo movimiento. El fotógrafo más representativo de este tipo sería Henri Cartier-Bresson, un fotógrafo rápido, atento a lo que le rodea y que tiene que darse prisa para que no se le escape ese instante decisivo. El momento en el que todos los elementos del encuadre se posicionan de la mejor manera para lograr una composición equilibrada y sorprendente. No obstante, no es una búsqueda sin objetivo, a veces las fotografías buscadas están ya en su cabeza, sólo hace falta tener el olfato y la suerte de encontrarlas. Son fotógrafos hiperactivos, inquietos, como Cartier-Bresson, pero también como André Kertész, como Robert Capa, como Steve McCurry o Cristina García Rodero.

El otro tipo sería el de los "conceptualistas", quienes más que tratar de reflejar el mundo que les rodea pretenden comunicar mediante imágenes estilizadas sus ideas o sentimientos acerca de la realidad. Por lo general, sus creaciones están planificadas y diseñadas de forma cuidadosa, y se basan más en la imaginación del artista que en la observación de la realidad. Si los experimentadores lograban hacer sus mejores contribuciones artísticas a una edad avanzada, los conceptualistas son precoces, y sus mejores obras las encontramos muy al inicio de sus carreras, aunque no necesariamente habrán de palidecer a partir de ese momento. En el campo de la fotografía se trata de fotógrafos interesados en construir imágenes, en pedir al mundo que pose para él, que actúe en un escenario construido, como hacía Richard Avedon, uno de los más grandes retratistas de la historia. Si Cartier-Bresson aceptaba el azar del mundo, Avedon provocaba las imágenes, creando en una habitación un universo visual. Algo parecido podríamos decir de Chema Madoz, un artista que construye un mundo propio para plasmarlo en sus fotografías.

En definitiva, dos tipos de creadores bien distintos,  cuyo estilo puede estar muy influido por los rasgos de su personalidad. Y tú, ¿te identificas con alguno de ellos? 

Texto publicado en la revista digital de fotografía Tiempos Modernos